"Por primera vez en espacio de casi cuarenta años –es decir, en el de dos generaciones y media- el pueblo español tiene la posibilidad real de intervenir en la vida pública y forjar así su propio destino, y los escritores e intelectuales, y aun aquellos que no formamos parte de la clase política, no podemos permitirnos el lujo de desaprovecharla”.

La cita es de Juan Goytisolo y abre El Proceso Electoral, una publicación de 1977 de Jorge de Esteban, Luis López Guerra, Eduardo Espín, Jaime Nicolás, Francisco Javier García Fernández, Miguel Satrústegui y Santiago Varela.

Ese día, el 15 de junio de 1977, quedará marcado en el calendario de nuestra democracia como la línea de salida de un proceso que culminará con la aprobación de la Constitución. Al día siguiente de los comicios aún no hay resultados y los periódicos analizan el transcurso de una jornada electoral en la que votaron 18.590.130 españoles. En portada, los incidentes y las anécdotas, la afluencia constante y masiva de ciudadanos a las urnas, los primeros datos de un escrutinio que tardará días en completarse, los pronósticos a la luz de los primeros datos oficiales…

Los diputados elegidos el 15 de junio ocupan por primera vez los escaños del Hemiciclo el 13 de julio para celebrar la Junta Preparatoria, previa a la «constitución interina» de la Cámara, en la que habría de elegirse al presidente provisional y el resto de los miembros de la Mesa del Congreso. Pero de manera oficial, la Legislatura Constituyente salida del 15J comienza el 22 de ese mes, con la solemne sesión conjunta del Congreso de los Diputados y del Senado en presencia de los Reyes.

Son estas Cortes Generales las que aprobarán la Constitución ratificada en referéndum el 6 de diciembre de 1978, fecha que celebramos -desde 1997- abriendo la Puerta de los Leones. Este año recordamos también ese 15J con unas Jornadas de Puertas Abiertas especiales en las que el recorrido estará salpicado de momentos que os transportarán a esa etapa tan interesante y viva de la historia reciente, cuando los españoles pudimos, por fin, decidir en los asuntos públicos después de mucho tiempo.

Para ponernos en contexto, os proponemos un pequeño itinerario en el que nos detendremos en algunos de los hitos del proceso, recordaremos testimonios que recabamos con motivo del 40 aniversario de la Constitución y tiraremos de memoria para mostrarnos “tal como éramos” en ese 1977.

Os invitamos a acompañarnos, pero antes….

La previa: así llegamos al 15J

Desde 1977 hemos votado a nuestros diputados y senadores en 16 elecciones generales, hemos configurado en 12 ocasiones los ayuntamientos y se han celebrado convocatorias autonómicas y europeas. Encabezan la relación las elecciones del 15 de junio de 1977, de cuya importancia habla no sólo el ser los primeros comicios libres desde 1936 sino, además, el abrir el proceso de elaboración de la Constitución que estructuró un moderno Estado democrático.

Para llegar a este momento fue necesario acometer una serie de reformas apuntadas en la hoja de ruta de Adolfo Suárez, designado presidente del Gobierno por el Rey el 3 de julio de 1976, para convocar elecciones por sufragio universal antes del 30 de junio del año siguiente. Las reformas de las nuevas Cortes, fruto de la voluntad popular, serían así «obra de todos los ciudadanos, nunca obsequio, concesión o imposición».

Este propósito se plasmó en la denominada Ley Para la Reforma Política, que las Cortes franquistas aprueban, tras tres días de debate, el 18 de noviembre de 1976. Aprobada en Cortes, con 425 votos a favor superaron los 330 necesarios para alcanzar los dos tercios requeridos, se somete a referéndum el 15 de diciembre. Con un 94,4 por cien de votos afirmativos, un 2,6 de negativos y una participación del 77,4 por ciento del censo, el resultado no ofrece dudas: el pueblo ha hablado.

Os contamos cómo fue este proceso previo a la convocatoria electoral en «La previa».

En los meses siguientes continúan las reformas necesarias para establecer el marco legal que permitirá a los ciudadanos acudir a las urnas y decidir el futuro del país. La legalización de partidos, el reconocimiento del derecho de asociación sindical, la libertad de prensa y el diseño del sistema electoral son algunos de los pasos previos.

El Real Decreto de Normas Electorales, aprobado en marzo, regula los elementos necesarios para el proceso: administración electoral, candidaturas, financiación, campaña, escrutinio y recursos electorales. También describe con detalle el sistema electoral.

Esta norma no solo configura las bases electorales con las que los españoles votan a diputados y senadores en junio de 1977, sino que sirve para definir los principales elementos del sistema electoral de la Constitución: Se recupera el Senado; representación proporcional para el Congreso con fórmula D’Hondt, la provincia como distrito electoral…

Unas reglas del juego que servirán para las elecciones del 79 y del 82, hasta que se aprobó tres años más tarde la LOREG, que sigue manteniendo los principales elementos de aquel Real Decreto.

José Ramón Montero, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid y de Derecho Político en la Universidad de Cádiz, donde fue decano de su facultad de Derecho, nos cuenta en esta entrevista por el 40 aniversario de la Constitución cómo se configuraron las bases electorales con las que los españoles conformaron el Congreso y el Senado en junio del 77.

21 días para inventarse

El 15 de abril de 1977 se convocan elecciones generales por Real Decreto, que se celebrarán dos meses después. Comienza así un intenso periodo en el que los partidos políticos que acaban de ser legalizados, una administración electoral que apenas ha terminado de configurarse y 23 millones de españoles se preparan para las primeras elecciones democráticas en más de cuatro décadas. 

En ese escenario arranca, el 24 de mayo de 1977, la campaña electoral -diseñada de acuerdo con lo establecido por el real decreto de normas electorales: 21 días en los que las 589 candidaturas que concurrirán a las elecciones pueden presentarse en sociedad.

Las candidaturas, la regulación de los espacios electorales para los carteles, los «spots» en los que por primera vez en España los partidos lanzaban sus lemas y presentaban a sus candidatos y más detalles sobre esta campaña, en «21 días para inventarse«.

De aquellos días previos al 15J quedan en nuestra memoria los carteles superpuestos en los muros, el vuelo de folletos arrojados desde vehículos de todo tipo, las calles alfombradas de logotipos e imágenes de candidatos, la melodía de himnos cantados a pulmón, a megáfono o a gramófono, los miles de mítines ofrecidos en todo el país.

Desde ese 24 de mayo de 1977 hasta hoy se han organizado las campañas electorales de otras quince elecciones generales, campañas en las que hemos visto cómo se reeditaban y se ajustaban fórmulas ensayadas en aquélla primera experiencia.

La campaña que coloreó el país

Fotografías, logos, eslóganes, ilustraciones… las formaciones políticas echaron mano de sus mejores recursos, con más o menos acierto, para llamar la atención de los votantes con carteles que, en algunos casos, son auténticas obras de arte. Nos detenemos en los detalles de algunos de los más famosos y de otros más desconocidos, y comprobamos que hay ciertos diseños, estrategias y mensajes por los que no han pasado los años.

Nos lo cuenta el publicista Miguel García Vizcaíno, socio fundador y director creativo de Sra. Rushmore, una de las agencias de publicidad más reconocidas, que ha diseñado importantes campañas políticas, institucionales y comerciales, y a quien entrevistamos con motivo del 40 aniversario de la Constitución.

Durante esos 21 días de campaña, cientos de candidaturas se buscaban los medios, con más o menos recursos y más o menos acierto, para presentarse con su mejor cara ante los ciudadanos a los que querían pedir el voto.

Y toda campaña empieza con una pregunta. ¿A quién nos estamos dirigiendo?

Radiografía de la sociedad en una década de cambio

Las elecciones del 77 marcan y son reflejo de un momento de cambio. Cambio político, pero también social. La sociedad que «estrenaba» democracia no es la misma que había participado en las elecciones republicanas de 1936. La progresiva industrialización, el éxodo rural, los desequilibrios entre el mundo rural y el urbano, entre el interior y la costa, el exilio económico y político, el inicio del “retorno”, la apertura paulatina al exterior… son factores que marcaron la forma de afrontar una transición que permitiera equiparar el modelo institucional español a las democracias occidentales.

Arévalo (Ávila), 1974. Fotografía de V. Ramos, cedida por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.

Para acercarnos al contexto social en el que se preparan y se celebran las elecciones de 1977 nos detenemos en el comportamiento político de los españoles y la evolución del mismo a lo largo de la década de los 70. El informe realizado por la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada) en el año 1978, nos ofrece una visión bastante precisa de sociedad española en los momentos previos a ese 15 J que nos ocupa.

“La representación es la vía o armadura a través de la cual se desarrolla un proceso participativo. De todas formas, no todo el mundo desea participar en las decisiones de la vida pública”. Así, en el caso español, según la encuesta de Foessa, un tercio de la población continúa sin estar interesada en una participación democrática, mientras que probablemente superen el 60 por 100 los interesados en participar.

Estos segundos, que constituyen “la plataforma que apoyará cualquier evolución democrática hacia la participación” vive en comunidades urbanas, es joven, cuenta con mayores niveles educativos, se autoclasifica en niveles sociales altos y medios altos, cuenta con más proporción de profesionales, cuadros medios y obreros cualificados y manifiesta un liberalismo político más acusado. “A medida que evoluciona la sociedad española en esa misma medida se ensanchará la plataforma social de base para un desarrollo político democrático, a la vez que progresivamente perderá relevancia la parcela social autoritaria”, exponen los directores del estudio.

En cuanto a las preferencias respecto al procedimiento de designación de los cargos públicos, el 82 por ciento de la población encuestada considera que “para que una persona represente o defienda eficazmente los intereses de los ciudadanos” debe ser elegida por los mismos ciudadanos. 

La pedagogía del voto: Unas elecciones para aprender

El 15J no sólo las instituciones y los partidos políticos, sino también los propios ciudadanos, la mayoría convocados a las urnas por primera vez, tienen que adaptarse a un momento de cuya trascendencia ya todos son conscientes. El papel de todos es reseñable en un proceso marcado, como todos los momentos de inflexión, por la movilización social, la participación y la implicación de todos los actores en la definición del futuro institucional y político del país.

Así nos lo explica Ramón Adell Argilés, profesor titular de Cambio Social en la Universidad Nacional de Educación a Distancia y experto en movimientos sociales y participación política, con quien conversamos en el 40 aniversario de la Constitución.

 

Los ciudadanos que hicieron posible el nacimiento de nuestra democracia parlamentaria no son los mismos que hoy acuden con naturalidad a las urnas para designar a sus representantes políticos. Y no solo hemos cambiado desde la perspectiva de la sociología y la cultura política. En este pequeño homenaje a ese momento queremos mostrar también cómo éramos en lo cotidiano. ¿Preparados para el ‘flashback´?

Tal como éramos… En 1977

¿Naciste en el 77? Tienes muchas posibilidades de llamarte María del Carmen o David. Las madres y padres de hoy han puesto a sus niños Lucía o Martín, aunque igual que hace cuatro décadas la familia más numerosa es la de los García. El votante del 15J pagó 15 pesetas por leer en el periódico al día siguiente de las elecciones, y si quería probar suerte con la lotería se tuvo que gastar 500 «pelas» en el décimo. Circulábamos en «seiscientos», el salario mínimo se cobraba en pesetas y equivalía 79,33 euros al mes.

Para ir al cine había que ahorrar 75 pesetas, menos de cincuenta céntimos. Se producían entonces menos películas, 60 largometrajes, frente a los 320 de 2022, pero había más salas de cine, 4.874 que hoy se han quedado en 3.560 de hoy. En cuanto a los libros, la producción editorial ha aumentado de 24.896 a 87.100, el 68,9% en soporte papel. Ganó el Nobel de Literatura Vicente Aleixandre; el Cervantes fue para Alejo Carpentier; y el Planeta se lo llevó en el 77 Jorge Semprún.

En la afición por el fútbol hemos cambiado poco. Ese año ganó la liga de el Atlético de Madrid, y la Copa del Rey, el Betis. El máximo goleador fue Mario Alberto Kempes.

Así éramos, a grandes rasgos, el 15 de junio de 1977. Así éramos el día que, tras cuatro décadas de dictadura, votamos en libertad.

Y en cuanto a nuestra banda sonora….

No son temas: son canciones

En 1977 el cambio que estaba viviendo España llegó a un momento efervescente con las elecciones del 15J y las expectativas que traían con ellas. Lo político lo impregnaba todo y, cómo no, también la música popular, muy receptiva a los sonidos de moda.

La fiesta se trasladó de la intimidad del guateque a las discotecas para sucumbir a la fiebre del sábado noche. Hubo una convivencia de estilos inaudita y en la televisión o en la radio lo mismo nos concienciaban los cantautores con la intensidad y el compromiso de su mensaje, que veíamos suspirar a las adolescentes con nuevos ídolos para los que se editaban revistas y se abrían clubes de fans.

No se quedaron al margen los géneros patrios. Con más o menos acierto y para asombro de puristas, lo más cañí produjo fenómenos tan originales y únicos como Las Grecas, el gipsy rock, el sonido caño roto o el magnífico rock andaluz.

En 1977 el rock nos regaló Hotel California y We will rock you. Murió Elvis… o mejor, no. Yendo por otros derroteros, se había pasado tanto de progresivo que transitaba ahora por locuras tan básicas y geniales como el glam o el punk, inspiración de muchos jóvenes -muy jóvenes- ávidos por romper esquemas, casi listos para saltar a la arena y que irrumpieron en todos los míticos grupos de los años siguientes.

Para los románticos arrasaban los guaperas italianos de voces rotas y letras abrasadoras, aunque aquí no nos quedamos atrás: Julio, Perales, Camilo… Enséñame a cantar quedó séptima en Eurovisión.

En 1977 no se llamaban temas, se llamaban canciones. Hemos escogido cuarenta para incluirlas en una lista, más bien en una cata. Estas canciones ambientaron el ocio de nuestros padres, decidieron la vocación de muchos y consolidaron el compromiso de una generación en un momento único.

No se nos olvidaba. Empezamos con Libertad sin ira.