Un día antes de cumplirse el año desde la solemne apertura de la Legislatura Constituyente y tras unas semanas de intenso debate, el Pleno del 21 de julio quedaría marcado como fecha clave en la cronología del proceso constitucional, aunque aún quedaban largas sesiones e intensos debates en el Senado y de nuevo en el Congreso.
“El mejor testimonio que se puede ofrecer a quienes han ofrendado su vida por España es aprobar serena y conscientemente la Constitución de la reconciliación nacional”
Fernando Álvarez de Miranda, presidente del Congreso.
Fernando Álvarez de Miranda pronunciaba esta frase hace hoy 40 años al inicio de la sesión del Pleno que, 11 horas después, aprobaría el texto del Dictamen de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Libertades Públicas sobre el proyecto de Constitución.
Un Pleno que ponía el broche final a tres semanas de frenética actividad parlamentaria, con 12 sesiones plenarias continuadas, y que ese día, 21 de julio, comenzaba con la noticia del asesinato de Juan Manuel Sánchez-Ramos Izquierdo, general del Ejército, y su ayudante, el teniente coronel Pérez Rodríguez en un acto terrorista en la calle Bristol de Madrid a primera hora de la mañana.
Este hecho conmocionó a los parlamentarios, en un momento en el que se entendía que los actos terroristas eran una medida de presión para limitar el cambio en las estructuras políticas que se estaba llevando a cabo. En este contexto se entienden mejor las palabras del entonces presidente del Congreso, Fernando Álvarez de Miranda, que no solo condenaron el atentado sino que también supusieron un claro gesto de defensa constitucional.
Estos hechos tuvieron lugar el 18 de julio. Dos días más tarde, el Gobierno y el PNV rompían la negociación, a pesar de que se había llegado a un acuerdo para que en la disposición adicional se estableciera el reconocimiento de los derechos forales históricos del pueblo vasco. El desencuentro provocará la ausencia del grupo vasco en la votación global.
La polémica sobre el Título VIII enrareció el ambiente que, hasta esos últimos días, estaba protagonizado por el consenso. Un claro ejemplo fueron las intervenciones en defensa de los primeros artículos del texto, que se aprobaron sin modificaciones al dictamen. La discordia sí apareció con el término nacionalidades, que se incluye en el artículo 2.
Uno de los momentos más peculiares del debate tuvo lugar en la votación sobre una enmienda presentada por Socialistas de Catalunya en relación a la potenciación de las lenguas vernáculas. El sorprendente empate levantó las sospechas de los diputados presentes. La secretaria de Santiago Carrillo, que estaba siguiendo el debate desde la tribuna, advirtió a los miembros de su partido de dónde venía el problema. El diputado de UCD José Manuel Cuceiro había votado en su panel y también en el de su compañero de escaño ausente. Una vez descubierta la irregularidad, Jordi Solé Tura avisó al presidente para repetir la votación. Tras ser cotejadas las votaciones con el registro de asistencia, la Mesa autorizó una nueva votación en la que la enmienda fue finalmente rechazada.
En la sesión del 7 de julio se aprueban las primeras modificaciones al dictamen surgido de la Comisión Constitucional. Estas versaban sobre el establecimiento de la mayoría de edad a los 18 años, la abolición de la pena de muerte y la modificación de la redacción del artículo 15 para evitar interpretaciones que constitucionalizaran la práctica del aborto. También se aprobó la mención expresa a la Iglesia Católica en la Constitución, rechazando la enmienda socialista que pretendía suprimir esta mención.
A pesar de estas diferencias, el espíritu de consenso no desapareció, ya que el artículo 13 se aprobó con la unanimidad de todos los grupos parlamentarios. Asimismo, los puntos relativos a la política económica y a la garantía de los derechos de la ciudadanía se aprobaron sin apenas debate y con una amplia mayoría de apoyo. Igualmente, un título que históricamente había suscitado muchas polémicas entre los partidos presentes en la Cámara, el título II sobre la Corona, tampoco causó debate gracias a que el PSOE mantuvo la posición adoptada en la Comisión de Asuntos Constitucionales.
Otro de los debates que más repercusión tuvieron fueron los relativos al título VI, sobre el Poder Judicial en el que se debatió el artículo 121 que prohíbe a los jueces ejercer cargos públicos y sindicarse.
Todos estos debates, artículo tras artículo y título tras título, anticiparon la llegada del día más esperado y que hoy conmemoramos: la aprobación final del conjunto de la Constitución, que necesitaba el voto definitivo de la mayoría absoluta de los miembros de la Cámara.
Álvarez de Miranda consideró que, debido a la “solemnidad del acto” procedía realizar una votación no con el sistema habitual (electrónico) sino levantándose uno a uno cada diputado. El resultado fue de 258 votos a favor, 2 en contra y 14 abstenciones. Los diputados que votaron en contra fueron Federico Silva, diputado de AP, y el representante de la izquierda vasca, Francisco Letamendía. Alianza Popular y dos diputados de Esquerra Republicana se abstuvieron y los 8 diputados del PNV permanecieron ausentes.
Ante este resultado, los diputados se pusieron en pie y aplaudieron durante más de un minuto. Previamente al anuncio del resultado, el presidente Álvarez de Miranda quiso pronunciar unas palabras agradeciendo a los diputados y al personal de la Cámara por su labor durante el último año en la elaboración del texto constitucional. Aunque la precisión obliga a resaltar que no se llegó a cumplir un año por apenas unos días: la ponencia a la que se encomendaba la tarea de preparar el proyecto se constituyó el 1 de agosto de 1977.
En su discurso, Álvarez de Miranda aseguró que esta ley fundamental “es la más firme prueba del deseo de convivencia de un pueblo. Y lo es porque no responde a una concepción del orden social partidista. No es la Constitución de un partido, y ni siquiera es la Constitución exclusiva de la mayoría. Es una Constitución de todos”.