José Álvarez Junco es catedrático de Historia del Pensamiento y los Movimientos Políticos y Sociales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesor o investigador visitante en varias universidades europeas y americanas, como las de Padua, París-VIII y X, Oxford y Harvard. Asimismo, fue Director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, y Consejero de Estado (2004-2008). Entre sus obras más destacadas, «La ideología política del anarquismo español» (1976), o «Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX«. Ha sido galardonado con el Premio Nacional de Ensayo en el año 2002 y el Premio Fastenrath, de la Real Academia Española (RAE) en su edición de 2003.
España durante la dictadura franquista
El franquismo fue muy largo, fueron casi cuarenta años, entonces no se puede dar un juicio global. En una primera etapa lo que dominaba era el temor por parte de los que habían perdido la guerra y por supuesto, el entusiasmo, el apoyo entusiástico y militante por parte de los que lo habían ganado.
En una segunda etapa va dominando más bien el apoliticismo y la concentración en las actividades económicas, en el crecimiento, en el bienestar, conseguir un pisito, conseguir un seiscientos, conseguir un televisor, una nevera… Esas eran las preocupaciones de la mayoría de los españoles más que preocupaciones políticas. Y hay una tercera etapa, en los últimos diez o casi quince años del franquismo, en el cuál y sobre todo en los jóvenes van surgiendo preocupaciones políticas en el mundo universitario, pues, la vida normal era casi imposible porque las protestas eran constantes y entonces, ahí no hay apoliticismo, en absoluto, lo que hay es una tensión constante.
Desde el punto de vista político era una sociedad reprimida, sin posibilidad de expresarse legalmente, y la única manera de expresar una oposición o una vía alternativa a las directrices gubernamentales era salir a la calle y manifestarse públicamente naturalmente con el riesgo y con la certeza de que las fuerzas del orden público le golpearan a uno o le detuvieran, es decir, en una sociedad altamente inadecuada para el grado de desarrollo económico e incluso cultural que se había logrado en otros órdenes.
Los últimos años de la dictadura y la transición a la democracia
Se habló mucho de política, a partir del momento de la muerte de Franco. Los propios franquistas, el propio Arias Navarro con su discurso del 12 de febrero, levantó unas expectativas de reformas dentro del régimen, que luego resultó que eran imposibles por supuesto. Y entonces, el debate público es constante aparte de que hay un clima de tensión e incluso de cierta violencia porque es el momento en el que están actuando los GRAPO, por un lado, ETA por otro con mucha intensidad siendo años de mucha tensión. Y la gente va perfilando sus alternativas políticas, quizá no tanto por el conocimiento de los programas como es normal en las democracias, tampoco es que la gente conozca muy bien los programas de los partidos que se presentan en pugna, en una competición, sino por el aspecto y el carisma de los líderes respectivos. Y entonces aquí aparecen líderes antiguos, gente de mucha edad que ha participado en la Guerra Civil como Carrillo o como la Pasionaria por parte del partido comunista lo cual se demostró que era un error, aparece en cambio gente muy joven, un partido completamente renovado como es el PSOE por parte del grupo sevillano, gente que no habían cumplido los 40 años y aparecen partidos que son nuevos y es una amalgama de reformistas como UCD, algunos provienen del régimen, otros provienen de la oposición y forman también un partido de centro derecha, un partido moderado que ofrece reformas y que en definitiva será el que ganará las dos primeras elecciones.
Lo que había era una opción reformista que venía de los dos lados, venía del Gobierno y venía de la oposición, de la oposición más moderada y creo que la refleja bastante bien que en definitiva la UCD expresaba lo que deseaban la mayoría de los españoles en ese momento, que era reformar o más bien, sustituir el régimen por un sistema democrático moderno, pero sin violencias, sin purgas, sin depuraciones.
La sociedad española hoy
Es una sociedad más libre en la que se aceptan conductas minoritarias, como las conductas sexuales por ejemplo que no corresponden al estereotipo hombre- mujer, sino homosexuales o bisexualidad etc, se acepta con muchísima normalidad, eso es un cambio tremendo respecto a la situación de hace cuarenta años desde luego. Creo que la secularización de la sociedad y la tolerancia desde el punto de vista religioso es también digna de ser destacada porque es mayor incluso que otras sociedades de mayor tradición tolerante en Europa. La sociedad española tiene poco que ver con la que hace cuarenta años. Primero ha crecido la economía, por supuesto, somos un país mucho más rico con un grado de bienestar mucho más alto en ese momento. En segundo lugar, se ha consolidado el sistema democrático. En tercer lugar, hay un régimen descentralizado con las autonomías que sigue provocando tensiones sobre todo en aquellos lugares en que las aspiraciones autonómicas han derivado en aspiraciones nacionalistas independentistas, pero a pesar de eso ha habido una transformación muy grande en ese terreno también.
Ha habido transformaciones culturales enormes, la secularización de la sociedad española por ejemplo es enorme, la internacionalización de la sociedad española y el cosmopolitismo. Los españoles viajan con normalidad a Europa y fuera de Europa, están conectados familiarmente, las generaciones jóvenes están muy frecuentemente conectadas familiarmente con gente de otros países, saben idiomas en un nivel muchísimo más alto todavía insuficiente, pero muchísimo más alto que el de hace cuarenta años. Desde el punto de vista internacional, España es una potencia media, no es una potencia irrelevante como era hace cuarenta años, tampoco es que sea una primera potencia, una de las grandes potencias del mundo, pero desempeña un papel que es el que corresponde más o menos a su peso demográfico y a su peso económico. Los cambios han sido enormes. Destacaría algún rasgo negativo también, si me lo permite, alguna insuficiencia, creo que el sistema educativo y el sistema de investigación español no está suficientemente integrado en el mundo, sigue siendo un sistema bastante anticuado y sobre todo bastante aislado encapsulado en sí mismo, creo que eso es un error.
Se está repolitizando sobre todo en el sentido de que se está cuestionando la supremacía de los dos partidos que se han alternado en el ejercicio del poder los últimos treinta años.
La fuerza de la Constitución: su capacidad de reforma
Que seamos consciente que la Constitución del 78 es una Constitución muy importante, no es la más longeva en historia de España, pero dentro de muy poco lo será, en cinco o seis años lo será si sigue en vigor. Entonces es una Constitución muy importante, debemos valorarla, pero a la vez tenemos que ser capaces de reformarla.
Una Constitución demuestra su fuerza por su capacidad de reforma, para ir adaptándose a los tiempos, como es el caso, sobre todo, de la Constitución Norteamericana.
Naturalmente lo que haría falta es un cierto consenso porque una Constitución que se elaboró con un consenso entre los principales partidos políticos debería ser reformada de la misma manera, con consenso, y eso es muy difícil, porque en este momento el clima de crispación es muy grande y tendría que haber un acuerdo fundamentalmente entre los partidos que estén situados más en el centro del arco político, sobre todo. Y los aspectos sobre los que debe versar esta reforma constitucional pues parece bastante claro, alguno que ya hay, incluso es anecdótico no va a tener ninguna repercusión inmediata, pero es esencial la sucesión a la corona, no debe de haber preferencia del varón sobre la mujer, en absoluto. Completar el Estado de las Autonomías en un sentido federal pero claramente explicitado en la Constitución, competencias y recursos a cada uno de los niveles, ejercicio del poder, órganos de coordinación, órganos de arbitraje… Todas estas cosas que son necesarias en un estado federal y que no están bien definidas en la Constitución y por supuesto, un Senado que funcione como cámara territorial según prevé la Constitución pero que no se ha logrado llevar a cabo y algunas otras cosas menores.