El Salón de Sesiones o Hemiciclo es el corazón del Palacio del Congreso, una gran estancia semicircular revestida de historia en la que se debaten y toman las decisiones políticas desde mediados del siglo XIX. Una sala que ha albergado momentos de enorme trascendencia de la Historia de España y que se ha ido adaptando a las nuevas necesidades a lo largo del tiempo.

Al cruzar las puertas de la Galería del Orden del Día entramos en este espacio que apreciamos en las dos fotografías de hoy. Más de ciento cincuenta años separan ambas imágenes, en las que confluyen la esencia inamovible y la evolución evidente del paso del tiempo.

 

Un palacio decimonónico, pensado en su estructura y diseño para acomodar un número más reducido de parlamentarios y propiciar la buena acústica de los debates, ha requerido una serie de grandes reformas, siete en total, para adaptarse a las nuevas necesidades tecnológicas y de espacio, ante la evolución del número de representantes de los ciudadanos. Así los cambios más evidentes entre el Hemiciclo del siglo XIX y el del siglo XXI se aprecian al comparar el número de escaños y su morfología.

Los primeros parlamentarios que llegaron a la que seria sede definitiva del Parlamento, en 1850, no se sentaban en butacas individuales, sino que compartían una bancada de madera y caoba terciopelo rojo, obra del ebanista Martín Kexel. Estos bancos fueron modificados en varias ocasiones, con cambios para adaptarse a las estaciones, tapizado en invierno y enrejillado en verano, o para acomodar los espacios, con la eliminación de un pupitre abatible en la parte trasera de los bancos, como se aprecia en la imagen.

Al igual que en el Hemiciclo actual, los diputados se colocaban en sus escaños frente a la Mesa, el órgano rector de la Cámara. Pero esos primeros bancos corridos se transformaron primero en butacas y más adelante en los sillones individuales actuales, que se instalaron en 1987. También se aprecia cómo la primera fila estaba reservada a los miembros del Gobierno: el color del banco, en lugar de rojo, era azul, siguiendo así una tradición del siglo XIX que establece que el Ejecutivo ocupe escaños de un color diferente.

En la imagen puede observarse también cómo tras la sexta fila de escaños un muro cerraba la parte circular de Salón de Sesiones. Con el fin de adaptar el espacio a los cambios en el número de representantes, esta pared se suprimió para incorporar otras dos filas de escaño situadas bajo las tribunas. Además, debido a la importancia de la labor periodística en la sede parlamentaria, el Salón incorporó un lugar destacado para los medios gráficos, con dos escaleras flanqueando la Mesa, desde donde puede captarse a los oradores y a todos los miembros de la Cámara.

En las tribunas situadas en la parte superior del Salón de Sesiones, desde el siglo XIX hasta hoy, las autoridades, los invitados, los periodistas y el público tienen su espacio para seguir las sesiones,  Al pie de las mismas se encuentran los escudos de las cincuenta provincias españolas, destacando la bóveda con sus figuras alegóricas.

En cuanto a las obras de arte que decoran el Hemiciclo, tanto la decoración de la bóveda, obra de Carlos Luis de Rivera,  como las esculturas y pinturas del Salón de Sesiones son originales. Las dos grandes estatuas del testero representan a los Reyes Católicos, Isabel I y Fernando V, esculpidas por José Panucci y Andrés Rodríguez. El cuadro situado a la derecha de la Mesa muestra a María de Molina presentando a su hijo a las Cortes de Valladolid, obra de Antonio Gisbert; mientras que a la derecha de la Presidencia se encuentra el juramento de los primeros Diputados de las Cortes de Cádiz en 1810, obra de José Casado.

Todas estas obras se aprecian en ambas fotografías, formando parte del paisaje del lugar más representativo del parlamentarismo español desde el mismo día de su inauguración.

 

Foto: Archivo Ruiz Vernacci. IPCE (Ministerio de Cultura).

Los héroes

Entre los cambios que se pueden apreciar entre las fotografías destacan las cartelas que dan reconocimiento a personas ilustres de nuestra historia como ‘El Empecinado’, Manzanares, Miyar, Mariana Pineda y Torrijos, que estuvieron inscritos en el Hemiciclo. ¿Quiénes fueron y por qué se decidió que estuvieran presentes en el Salón de Sesiones?

Ya las Cortes de Cádiz decidieron homenajear a personajes históricos grabando su nombre en letras doradas; entre ellos, los comuneros de Castilla, o héroes de la guerra de la Independencia. Más tarde, tras la muerte de Fernando VII, las Cortes aprobaron en 1837 la inscripción de Rafael del Riego, de Francisco Espoz y Mina, y de cinco víctimas de la represión durante la ‘Década Ominosa’: Juan Martín Diez ‘El Empecinado’, Salvador Manzanares, Antonio Miyar, Mariana de Pineda y José María de Torrijos.

Estos nombres se inscribieron en el Convento del Espíritu Santo, sede de las Cortes en aquel momento. Con la construcción del actual Palacio, se amplió la lista a 44 personajes históricos. Se incluyeron Porlier, Lacy, Álvarez Acevedo, Menacho y Prim, los firmantes de la Constitución de 1812 y dos medallones con los nombres de Cánovas del Castillo y el Marqués de Duero.

En 1942 todos estos nombres fueron retirados o cubiertos con pintura, como se relata en el libro Las Cortes y los héroes. Sus autoras, las archiveras de las Cortes Generales Mercedes Herrero de Padura y Victoria Fernández Mera, explican que en 1986 se retiró la pintura de las dos cartelas que subsisten sobre las puertas abiertas en el frontispicio del salón poniendo al descubierto, en una de ellas, los nombres de los comuneros de Castilla y de los fueristas aragoneses, y, en la otra, los de Daoíz, Velarde, Álvarez, Palafox, Moreno y Ruiz Mendoza.

Sin embargo, las dos cartelas que figuraban sobre las puertas laterales no pudieron recuperarse, ya que desaparecieron en 1970 al derribarse el muro semicircular para ganar espacio bajo las tribunas y aumentar el número de escaños.