“Triunfa el voto femenino sin condiciones y desde ahora. En la Cámara se produce un revuelo enorme. Salen gritos de protesta y aplausos de las tribunas. La suerte está echada. La República española se ha lanzado a una prueba que ha hecho hasta el día retroceder a todas las democracias. Sólo el tiempo puede decir si es un acierto genial o un salto en las tinieblas”.
Se abre la sesión a las cuatro y veinte de la tarde, bajo la presidencia de Julián Besteiro. El diario El Imparcial describe la escena: en el banco azul los señores Alcalá Zamora, Azaña y Casares Quiroga. En los escaños y tribunas no hay gran animación este 30 de septiembre. Al menos, de momento.
Los debates que tuvieron lugar en el Salón de Sesiones del Congreso el 30 de septiembre y el 1 de octubre de 1931 fueron “acalorados” y complejos a la par que interesantes, intensos e históricos. Y no es para menos. Durante estos días de comienzos de otoño transcurrieron los debates parlamentarios y la posterior aprobación del artículo 36, el precepto constitucional que reconoció el derecho a voto de las mujeres y, por ende, el sufragio universal.
Pero ¿cómo recogió la prensa este hito histórico? Hoy, 90 años después, te lo contamos repasando los principales titulares de los diarios de la época.
“Hubo que escuchar a la mujer”
La prensa desmenuzó los diferentes puntos del debate de la sesión plenaria que se celebró el 30 de septiembre centrándose, especialmente, en las enmiendas y votos particulares que se discutieron ese jueves de 1931.
Ejemplo de ello fue la defensa de la enmienda del diputado Guerra del Río, que buscaba el apoyo parlamentario con un objetivo: alejar de la Constitución el voto femenino y llevarlo a la ley electoral “para, en caso de error, derogarla con otra ley”.
La modificación fue desechada. Pero, antes, señala El Heraldo de Madrid, “hubo que escuchar a la mujer, y habló Clara Campoamor”. Este diario reconocía el sentir de muchos de los diputados allí presentes: “la mujer tendría voto por precepto constitucional y sin ninguna suerte de prudentes limitaciones”.
No fue la única enmienda discutida en el Hemiciclo en torno al voto femenino. Durante la sesión de este jueves se debatió también la edad política de la mujer. Así, el señor Ayuso apoyaba que las mujeres pudiesen votar, pero a partir de los 45 años. Tampoco salió adelante.
El Heraldo de Madrid describía el curso que tomaba el debate: “en los pasillos los comentarios se pusieron al rojo”, a gritos de “pobre República”. Fue una diputada, Clara Campoamor, la principal opositora a la enmienda y quien llevó la voz cantante en el debate para lograr su principal objetivo: defender que el texto constitucional reconociese el voto femenino sin limitaciones y que se rechazasen las enmiendas que pretendían lo contrario.
Consiguió su objetivo. Así, tras el ‘no’ del Parlamento a las enmiendas que ponían límites al voto femenino, El Heraldo de Madrid preguntó a Campoamor si estaba contenta con el resultado: “naturalmente; pero no por feminista, sino por ciudadana. Creo que la República tiene que atraerse a la mujer, y para ello lo mejor es hacerla justicia y concederla el derecho al voto”.
El periodista continuó y preguntó por la preocupación de muchos, tanto de ciudadanos como de compañeros de escaño, que veían en el voto femenino el fin de la República: “¿usted no siente el temor de que el voto femenino dé al traste con la obra republicana, porque es en la mujer donde con fuerza atávica se dejan sentir las influencias ultrarreacionarias y clericales?”.
En tono serio, Clara Campoamor le replicó un “es que ustedes, los hombres, no son demócratas. Se acercan a la mujer con un afán exclusivamente tutelar. En el voto del hombre se ha dejado sentir siempre la coacción femenina y no habrá sido ésta tan perjudicial, cuando el resultado de las urnas lo estamos viendo. Para mí la mujer, de hecho, ya votaba, por la coacción sobre el hombre. Se trata ahora de que lo haga también de derecho”.
Otro de los grandes murmullos que resonaba ese 30 de septiembre en el Hemiciclo fue la ausencia, no total, de la diputada Victoria Kent. Su voz sonó al otro lado del teléfono, detalla El Heraldo de Madrid, para escuchar su justificación: “sentí no estar ayer en el Hemiciclo, porque hubiera intervenido. En estos momentos, y si se tratara de conceder el voto a las mujeres obreras, no vacilaría. Pero como no es sólo eso, y yo desconfío de que las mujeres de las clases media y alta sientan la República, mi voto es resueltamente adverso a la concesión.”
“Lucha de damas”
Son las cinco menos veinte del 1 de octubre de 1931. Comienza la sesión bajo la presidencia del señor Besteiro. En el banco azul, el jefe del Gobierno y los ministros de Justicia, Gobernación y Trabajo. En los escaños y tribunas el ambiente es de expectación ante la continuidad de las discusiones en torno al artículo 36.
Durante esta tarde y noche históricas, al culminar con la aprobación del voto femenino, se cruzó la dialéctica de Clara Campoamor y Victoria Kent. No era la primera vez, tal y como recogió la prensa de la época, pero sí el debate que pasaría a la historia.
El diario Ahora calificó de “espectáculo inédito” el cruce de perspectivas entre Campoamor y Kent, mientras que “los diputados varones se repantigaron más en cuanto se inició la pugna y asistieron a ella sin poder disimular una sonrisa de íntima satisfacción”. “No maligna, sino cordial o, si se quiere, pura y desinteresadamente regocijada. Les hacía gracia, no por nada: por la novedad”, detallaba ‘Ahora’.
Como árbitro, el señor Besteiro, “tan correcto y tan fino, lamentaba no haber sabido lo que iba a ocurrir. El arbitraje de un torneo así merecía chaqué cuanto menos”. La crónica de Ahora mencionaba también el resultado del partido: “En el match hubo una vencedora y una vencida. Era forzoso que ocurriera así”.
Por su parte, La Voz llevaba, precedido de un conciso y breve subtítulo “Las mujeres mandan”, a la parte central de una de sus páginas “El duelo de anoche entre doña Victoria Kent y doña Clara Campoamor”. Bajo este titular, una imagen de ambas parlamentarias con atuendo de esgrimistas.
Este diario subrayaba que por primera vez en la historia “se dio el caso de que dos parlamentarios femeninos hicieran uso de la palabra”. “Los que recordamos las tentativas estériles hechas por mujeres para ser equiparadas a los hombres en derechos políticos e incluso literarios – ejemplo, doña Emilia Pardo Bazán – nos creíamos transportados a otro mundo al ver a Victoria Kent y Clara Campoamor tratando asuntos de política de la mayor importancia. Ambas discutían – si puede llamarse discusión una controversia basada en idénticos puntos ideológicos – y la Cámara las escuchaba con interés verdadero”.
La Voz también recogió en sus líneas la defensa de Kent para votar en contra del voto femenino: “Victoria Kent es opuesta a que en los primeros años de la República se dé a las mujeres derecho a votar”. Y, subtituló, “y cree que sería prudente esperar todavía algunos años para concederlo”. Páginas después, este mismo diario describió bajo el título la ‘Soirée femenina’ cómo había transcurrido la tarde anterior y la discusión constitucional.
160 votos a favor, 121 en contra
El día 2 de octubre los diarios se hacían eco del gran paso hacia la igualdad. Se había aprobado el voto femenino:
“Por 160 votos contra 121, la Cámara acordó ayer que los ciudadanos de uno y otro sexo mayores de veintitrés años tendrán los mismos derechos electorales con arreglo a las leyes”.
Así tituló La Voz, que, a su vez, describió cómo había transcurrido la sesión parlamentaria, cuáles eran las principales posturas y, entre estas, ‘La mujer que no’ y ‘La otra que sí’, haciendo referencia a los postulados de Kent y los de Campoamor, respectivamente, en relación con el sufragio femenino.
Cabe destacar, además, el editorial que este periódico llevó a primera página donde explicaba el por qué no debió concederse el voto a las mujeres y a los menores de veinticinco años. Entre las razones, “en el momento en que lo que se requiere es serenidad reflexiva y visión desapasionada de las cosas, es una imprudencia lanzar a la arena política elementos apasionados y extremistas (…) Dígase lo que se diga, la mujer española no está preparada para intervenir en la vida pública. La resolución de las Cortes nos lanza a una aventura, cuyas consecuencias son difíciles de prever”.
El diario Crisol narraba los discursos de Kent y Campoamor en sus ‘Charlas de las Cortes’. En concreto, su crónica describía a Kent como “valerosa”, “impávida contra el voto femenino”. “Sin pestañear se jugaba la popularidad entre sus sexos y quién sabe si la integridad de la piel”. “También la señorita Campoamor la replicó con un tono en que palpitaba la cólera; con un cierto desgarro – en el acento, no en las correctísimas palabras – muy de maja madrileña”.
“Votación emocionante. Se va a decidir una de las resoluciones más graves de la Constitución. Una vez más votan juntos los socialistas y la minoría reaccionaria, y esto es lo que señala la gravedad del problema y sus peligros”, continúa la crónica parlamentaria.
“Triunfa el voto femenino sin condiciones y desde ahora. En la Cámara se produce un revuelo enorme. Salen gritos de protesta y aplausos de las tribunas. La suerte está echada. La República española se ha lanzado a una prueba que ha hecho hasta el día retroceder a todas las democracias. Sólo el tiempo puede decir si es un acierto genial o un salto en las tinieblas”.
Las discusiones parlamentarias, la votación y los momentos posteriores también fueron narrados por El Sol, que tituló, en su edición del 2 de octubre, cómo “La Cámara concede a la mujer, con el voto, la plenitud de los derechos políticos”.
Por su parte, La Voz, en su columna ‘Reflejos’, describió la sesión histórica como la sesión de las damas: “Ayer invadió el Congreso una avanzadilla feminista que repartía hojitas pidiendo a los diputados el voto para ellas”. “Las tribunas fueron tomadas estratégicamente por las damas, que aplaudían entusiásticamente a su heroína, la señorita Campoamor”.
Previamente a estos debates y a estas crónicas parlamentarias, la prensa de la época dedicó otros espacios a ambas diputadas: Kent y Campoamor. Y, esta última, además, ocupó a principios de septiembre de 1931 una página de Nuevo Mundo que se convertiría, especialmente por la imagen que la acompaña, en todo un símbolo de la lucha por el sufragio universal.
Las líneas que dedicó esta revista a la gran defensora del voto femenino narran su vida y obra política y destacan cómo Campoamor se convirtió no solo en la primera mujer que habló en las Cortes, sino también a la primera que lo hizo en la Sociedad de Naciones, asomándose a Europa y llevando “a los grandes equipos mundiales sus figuras femeninas”.