El Congreso de los Diputados y el Teatro Real tienen una historia compartida. Nueve años, entre 1841 y 1850, en los que el Salón de Baile del entonces llamado Teatro de Oriente se convirtió en Salón de Sesiones para que los parlamentarios pudieran continuar su trabajo legislativo mientras se realizaban las obras de construcción del nuevo Palacio de la Carrera de San Jerónimo.
Hasta 1850 las Cortes no tuvieron una sede estable. Durante la primera mitad del siglo XIX fueron ocupando conventos, iglesias y teatros, acuciadas por la invasión napoleónica, primero, y por Fernando VII y su actitud cambiante hacia la Constitución, después. La sede de la soberanía nacional tuvo que esperar a la muerte de este Rey para llegar a tener una dirección definitiva.
Los lugares elegidos como sede provisional del Parlamento no lo eran al azar. El espacio para reunir a los diputados y la acústica necesaria para que todos los presentes pudieran atender a los discursos de los oradores eran los principales motivos por los que se optaba por recintos religiosos o por teatros.
Así, en 1841 el Congreso de los Diputados se traslada desde el ruinoso Convento del Espíritu Santo -sobre el que se erigirá el Palacio de las Cortes- al Salón de Baile del Teatro Real. Allí celebra sus sesiones durante los nueve años que duran las obras en la Carrera de San Jerónimo. El nexo entre el Parlamento y el Teatro Real nos hace otro guiño pues previamente, en 1814, cuando las Cortes se trasladan de Cádiz a Madrid, ocuparon durante unos meses el Teatro de los Caños del Peral, sobre cuyo solar se colocará poco después, en 1818, la primera piedra del famoso foro operístico.
Cuando el Estatuto Real de 1834 diseña un modelo bicameral, el llamado Estamento de Próceres se instala en el Convento de María de Aragón, que pasaría a denominarse posteriormente Senado, y el de Procuradores se establece en el Convento del Espíritu Santo de la Carrera de San Jerónimo. El edificio fue remodelado por el arquitecto Tiburcio Pérez Cuervo para uso civil, pero en la reconstrucción surgen problemas de humedad y filtraciones de agua en sus cimientos.
En esa época la Reina Gobernadora María Cristina de Borbón, acompañada de su hija Isabel II, aún menor de edad, presta juramento el 18 de julio de 1837 en el Salón de Sesiones, que recuerda el ábside del antiguo Convento, como puede observarse en este grabado custodiado por el Archivo del Congreso de los Diputados (ACD).
Un convento reconvertido en sede parlamentaria
En verano de 1841, bajo la vigencia de la Constitución de 1837, el ya denominado Congreso de los Diputados se tiene que trasladar por la amenaza de ruina del edificio. La Comisión de Gobierno Interior debate la necesidad de buscar un lugar más seguro para los parlamentarios. El presidente Agustín Argüelles nombra una comisión formada por los diputados Ignacio López Pinto y Agustín Fernández Gamboa junto con el arquitecto del Congreso Juan Pedro Arregui y Juan José Sánchez Pescador para que emitan un dictamen sobre el estado en ruinas del antiguo Convento y la necesidad de buscar una nueva ubicación con el menor gasto posible.
Consultado al Gobierno de la Nación, en la sesión de la Comisión de Gobierno Interior de 8 de junio se decide que el Congreso celebre sus sesiones de forma provisional en el gran Salón de Baile y demás oficinas del Teatro de Oriente. En los nueve años durante los que se prolongaron las obras del nuevo Palacio de la Carrera de san Jerónimo los diputados realizan sus trabajos en el “Salón de Baile”.
En los fondos del Archivo de la Cámara se conserva el expediente de Gobierno Interior sobre el estado ruinoso del edificio, que había sufrido un incendio en 1823, y la necesidad de este traslado, y las actas que atestiguan las medidas que se adoptaron para adecuar el nuevo espacio con el menor gasto posible así como la realización de inventarios con los objetos que debían trasladarse y custodiarse hasta que el nuevo palacio se inaugurara en 1850.
De Salón de Baile a Salón de Sesiones
El Teatro de Oriente empezó a construirse tras el derribo, en 1818, del viejo Teatro de los Caños, y en su mismo solar “fue terminado al fin, tras laboriosísimas obras y visicitudes, en 1850. No estaba, pues, concluido en 1841, cuando se decidió pasar allí de modo provisional la sede de las Cortes. Solo estaba acabada la parte que daba a la plaza de Isabel II, en donde se levantaba el edificio de dos cuerpos, cuya planta baja estaba adornada con el espléndido pórtico de granito con seis columnas y cinco ingresos de medio punto que aun hoy puede verse. La segunda planta, más pobre, tenía cinco balcones, que correspondían a las lunetas de la bóveda del salón de baile”.
“Pero fue precisamente el Salón de Baile, de planta rectangular cerrada con alta bóveda, el que se habilitó apresuradamente para salón de sesiones, desde la primavera de 1841, permaneciendo como tal hasta 1850; año en el que se concluyó, además del mismo Teatro de Oriente, el actual Palacio de las Cortes”, tal y como se relata en la publicación Las Cortes Españolas, del escritor y letrado Gaspar Gómez de la Serna (1971).
“Poco se recuerda del acondicionamiento del Salón de Oriente, salvo que para reforzar la gravedad del lugar, al principio, se cubrieron con gasa los espejos y se colocó inicialmente la mesa del presidente en el testero correspondiente a la fachada de la Plaza de Isabel II”, continúa De la Serna. En 1943 se mejoró considerablemente tanto en el aspecto del salón como las oficinas contiguas, aderezándolas más de acuerdo con su destino en vista de la lentitud que llevaban las obras del nuevo Palacio de las Cortes. La Presidencia se colocó entonces en el testero norte del salón y se mejoraron las instalaciones y mobiliario para comodidad y trabajo de los señores diputados”.
En su Historia del Teatro Real, Joaquin Turina Gómez indica que “la decoración del mismo es prolija en ricas telas con las que se adornan los paramentos, arañas y candelabros para su iluminación. La adecuación para salón de Cortes fue sin duda transformar su aspecto en un espacio más serio, cubriendo espejos y eliminando algunos elementos del que se denominó Gran Salón de Oriente”.
El letrado de las Cortes Nicolás Pérez-Serrano Jaúregui recogió muchos de estos pormenores en su monografía titulada En un lugar de las Cortes… El Congreso: trashumancia, nomadismo y destierro hasta lograr sede fija en Madrid en 1850, en la que al repasar las distintas sedes de la institución parlamentaria, dedica un capítulo a este periodo, que denominado “décimo escenario”: el Teatro de los Caños del Peral o de Oriente, hoy Teatro Real, en Madrid.
“…Siendo la edificación mayor de la primera mitad del siglo XIX, el Teatro Real sirvió como Salón de Baile, cuartel de la Guardia Civil y espacio de reunión de los diputados. La gran cantidad de salas alrededor de la sala teatral así lo permitió, especialmente el salón circoagonal que mira a la Plaza de la Opera y que sirvió hasta hace bien poco para los conciertos de los alumnos del Conservatorio…”.
Nueve años, 13 presidentes y 54 leyes
El traslado al Teatro de Oriente se efectúa el 22 de junio de 1841 y la legislatura finalizaría el 24 de agosto del mismo año. Durante las siguientes legislaturas se sucedieron un total de 13 presidentes de la Cámara, desde Agustín Argüelles hasta Luis Mayans, que ejercieron su mandato bajo el amparo de la Constitución de 1837 y la de 1845.
Aunque las sesiones solemnes, como la jura de la Constitución de la Reina Isabel II, en noviembre de 1843, se celebraban en el Palacio del Senado, durante ese periodo los diputados debatieron y aprobaron en el Salón de Baile del Palacio de Oriente un total de 54 leyes y disposiciones legales, y elaboraron la Constitución de 1845.
Entre las normas más relevantes aprobadas en este periodo la creación oficial de la Guardia Civil cuando, por Real Decreto aprobado el 28 de marzo de 1844 y publicado días después en la Gaceta de Madrid, se crea un “cuerpo especial de fuerza armada de Infantería y Caballería”.
Durante la estancia del Congreso en el Teatro de Oriente se aprueba también, en marzo de 1846, la Ley Electoral que regula la elección de diputados a Cortes para las elecciones celebradas el 6 de diciembre de ese año.
En noviembre de 1849 se aprueba la Ley sobre arreglo de pesas y medidas, que unificaba los criterios en “todos los dominios españoles” y establecía que “la unidad fundamental de este sistema será igual en longitud a la diezmillonésima parte del arco del meridiano quo va del polo Norte al Ecuador, y se llamara metro”.
El 31 de octubre de 1850, ya con Isabel II como Reina, se inaugura el nuevo palacio de la Carrera de San Jerónimo en la sesión regia de apertura de las Cortes, para la legislatura de 1850 a 1851. El 19 de noviembre se inauguraría el Teatro Real, coincidiendo con la onomástica de la Reina Isabel II.