Cada viernes Alberto Vélez acude al Congreso de los Diputados para poner a punto los relojes de la Cámara, auténticas joyas que custodian uno de los tesoros más preciados: el tiempo. Este relojero, también ingeniero “como complemento a mi profesión”, se encarga de su mantenimiento y, para ello, cada semana estudia, mima y cuida con cariño los más de 70 relojes que marcan el paso de las horas en los edificios parlamentarios.

“La colección del Congreso está compuesta por más de 70 piezas, muchas de ellas de la época del edificio, de mediados del siglo XIX”

En este ‘Así lo hacemos’ hemos acompañado a Alberto en su visita semanal para conocer de cerca cómo desarrolla un oficio que su familia lleva ejerciendo desde hace 60 años.

Con su estuche de herramientas en mano, Alberto observa las maquinarias de los relojes para revisarlas y repararlas, en su caso, y nos explica su mantenimiento habitual: “consiste en darles cuerda todos los viernes. Y cada dos o tres meses toca engrasar las zonas con más fricción”.

En momentos más especiales, como el cambio de hora, pone a punto las minutas de cada reloj:

“El cambio horario se hace dos veces al año. En octubre atraso y en primavera adelanto. Cuando hay que atrasar la hora, como no se puede dar en dirección contraria la marcha hay que dar once vueltas de minutero. En el caso de primavera simplemente avanzar como voy a hacer ahora dejándole sonar”

Siguiendo sus pasos por el Palacio de la Cámara Baja llegamos al Escritorio del Reloj. Ahí se encuentra la joya de la corona: el Reloj Astronómico de Alberto Billeter, “el más valioso y complejo de la colección de relojes del Congreso”.

Pero dentro de esta colección también se encuentran dos relojes muy importantes: el que está ubicado en la Sala de la Reina, que fue el reloj del Hemiciclo y cuya esfera es del tamaño de una rueda de un camión, y el de la zona de Presidencia tal y como nos contó Daniel Barquero, presidente del Museo Internacional de Alta Relojería de Bolsillo.

No queremos desvelaros más detalles así que os animamos a comprobarlo por vosotros mismos.