“Mujeres, a votar”: cómo los periódicos contaron aquel histórico 23 de abril de 1933

Abr 21, 2023 | 90 años del voto femenino

“Es la primera mujer del pueblo que ha depositado su voto en las urnas. ¡Y qué contenta sale!”.

Abril de 1933. El domingo 23 se han celebrado elecciones municipales en casi 2.500 municipios de España, los primeros comicios desde que la Segunda República reconoció el derecho a votar de las mujeres. Seis días más tarde, Josefina Carabias y Luis González de Linares publican en Estampa una extensa crónica titulada “Las mujeres han votado” y acompañan las vivencias de las protagonistas de la jornada con fotografías de Erik, López y Contreras y Vilaseca. Unas instantáneas y unas líneas que son uno de los muchos testigos de cómo la prensa de la época informó de aquella jornada y que ahora, nueve décadas después, adquieren un enorme valor histórico.

Esa primera mujer que deposita su voto en las urnas es una de las protagonistas que aparece en las páginas del rotativo, disponibles en la hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España. Carabias y de Linares le preguntaron si le podían hacer una fotografía, y este fue el diálogo:

– Pero si yo no me he retratado nunca…

 

– Y eso qué importa, mujer, tampoco habías ‘votao’ nunca hasta hoy… Además, si te mueres ya tienen tus hijos un recuerdo…

 

Y ante este razonamiento contundente y estimulante de su comadre, la mujer accede diciendo:

 

– Tienes razón… Un día es un día…

Algo parecido le sucedió a L. Sánchez Cuesta, que para su crónica en La Nación quiso interrogar en Lillo (Toledo) “a algunas jóvenes electoras de la candidatura socialista, de las más entusiastas”. Sin embargo, a ello se opusieron “algunas viejas mujeres y no pocos hombres” al saber su condición de periodistas:

—¿Por qué no quieren ustedes que hagamos esta información -preguntamos en el mejor tono

 

—¡Porque no! -nos dice un bravo mozo, con energía. Luego explica:

 

—Porque las mocitas no pueden salir en los papeles más que por algo malo. ¿Se entera usted?

 

Y allí dejamos a Eugenia, a Adolfa y a Presentación sin retratarse, aspiración que a ellas les parecía más tentadora que la de rendirse al conjuro de la democracia.

El reconocimiento constitucional del derecho de las mujeres a votar

Es 23 de abril de 1933. Ha pasado un año y medio del célebre debate en el Congreso entre Clara Campoamor y Victoria Kent que culminó con la aprobación del sufragio femenino en España y el artículo 36 de la Constitución fija que “los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales”. El derecho lo recoge desde el 9 de diciembre de 1931, día en el que se publicó en la Gaceta de Madrid, pero las españolas han tenido que esperar 18 meses para ver hecho realidad su derecho a votar. Es en las elecciones municipales, unos comicios que no se celebran en todo el territorio, sino “en unos cuantos millares de pequeños Ayuntamientos españoles” que tienen que “suplir los concejales que, bajo la monarquía, fueron elegidos por el artículo 29, sustituidos no hace mucho por Comisiones gestoras”, según cuenta El Diluvio. ¿Qué quiere decir esto?

Eduardo Espín Templado, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Castilla- La Mancha, lo resume así en un artículo publicado en la Revista de estudios políticos: “Las elecciones municipales parciales fueron convocadas con el objeto de cubrir los puestos de concejales que hacía dos años habían sido elegidos por el artículo 29 de la Ley Electoral de 1907 (artículo suspendido a partir del decreto electoral de 8 de mayo de 1931, pero todavía en vigor el 12 de abril de ese año)”. Ese artículo establecía que “en los distritos donde no resultaren proclamados candidatos en mayor número de los llamados a ser elegidos, la proclamación de candidatos equivale a su elección y les releva de la necesidad de someterse a ella”. Estos concejales, añade Espín, “habían sido ya sustituidos en octubre de 1932 por comisiones gestoras”. El porcentaje del electorado movilizado a nivel nacional fue del 12,9%.

 

“Más contenta que unas castañuelas”

El día antes de las elecciones, Estampa publica un extenso reportaje titulado “¡Mujeres, a votar!” firmado por Josefina Carabias, que ha recorrido “varias provincias castellanas y numerosos pueblos del Norte para dar a conocer a los electores de Estampa la actitud de las mujeres españolas ante las contiendas políticas, en las que han sido invitadas a intervenir por la República”.

Portada de la revista EstampaEl texto recoge testigos que muestran la implicación política de las mujeres. “Quizá voten lo que les digan sus hombres, ¿no?”, pregunta Carabias. A lo que la mujer le contesta: “Nosotras trabajamos bien y sabemos de todo. Al revés será quizá, que ellos voten lo que nosotros digamos o así…”.

Entre las voces que recoge el rotativo, hay una señora de 83 años que ha pedido a su nieta que la vaya a buscar para ir a un mitin: “Y menos mal que no me voy a morir sin votar a los de mi partido. Vieja y todo, yo iré el domingo con mi papeleta, más contenta que unas castañuelas”.

“Es el tercer mitin que oigo hoy”, dice otra mujer. “Los domingos voy a todos los actos que hay en estos pueblos de por aquí”, añade. Y otra defiende el sufragio universal: “Somos las suficientes para que los diputados se convenzan de que no hicieron ninguna tontería al darnos el voto”.

El viaje de Josefina Carabias va acompañado de hasta 29 fotos que ilustran algunas de las conversaciones que mantuvo la periodista y evidencia cómo entre el público que acude a los mítines abunda “el elemento femenino”: los palcos están “totalmente ocupados por mujeres”.

También reflejan cómo la preocupación política llena “de inquietud a la mujer”. En Bilbao, por ejemplo, se reúnen las republicanas bilbaínas para discutir “acerca de la situación política”. Además, “la mejor prueba del fervor político de las españolas” es que muchas han adquirido “soltura para hablar en público” y actúan como oradoras y “propagandistas”.

En el mismo sentido, Debate señala con “satisfacción” que las mujeres se han entregado “ahincadamente a un trabajo de propaganda”. Es más, incluso el mismo día de las elecciones, en el Puerto de la Cruz (Tenerife), las mujeres socialistas y radicales recorren “las calles en carruajes haciendo propaganda” (El Heraldo de Madrid).

 

Un “experimento” que genera “curiosidad”

Los días previos a las elecciones, los periódicos viven con expectativas la cita con las urnas. Ahora considera que “​​el experimento del sufragio femenino” prestará “mayor interés a la consulta electoral” y La Tierra señala que “aunque las elecciones del domingo carecen de importancia, se esperan con cierta curiosidad por intervenir en ellas las mujeres”.

Para El Diluvio, el voto femenino es otro factor que “contribuye a acentuar el interés por las elecciones”. El rotativo se pregunta “¿Adónde irán sus votos? ¿Qué camino marcarán estos primeros sufragios femeninos?”. Y considera que es un “gran experimento”. Mientras que El Imparcial considera que es “de temer” que muchas de las mujeres “se abstendrán de votar por temor a coacciones y escándalos que ya se preparan y anuncian”.

De hecho, dos días antes de las elecciones, El Diluvio y El Sol informan de un bando del gobernador civil de Badajoz que advierte que, “siendo la primera vez que las mujeres ejercerán el derecho de sufragio”, castigaría “severamente cuantas coacciones se efectúen contra la libre emisión del voto”.

Luz analiza de esta forma los comicios: “Creemos que se ha dado demasiados vuelos a estas elecciones, se ha puesto en ellas un apasionamiento exagerado y se están llevando las luchas políticas por un camino que solamente puede conducir al descrédito del sufragio universal como procedimiento de expresión de la opinión pública”.

Por su parte, El Heraldo de Madrid publica un artículo titulado “Páginas femeninas: la mujer en las elecciones” firmado por la periodista Sara Guerrero de Echevarría, de la Unión Republicana Femenina. En él, señala que concediendo el voto a la mujer, la República, “al elevarla de condición, la ha dignificado, permitiéndola intervenir en la vida política y ciudadana”.

“¿Cómo hará uso de este derecho la mujer en la primera ocasión que se le presenta?”, se pregunta. “No cabe duda que, dándose cuenta de la responsabilidad que contraen al emitir sus votos, meditarán, procurando hacerlo en forma que no ponga de manifiesto su incapacidad y falta de independencia. Votarán con sujeción al dictado de sus conciencias, no dejándose influir ni por la coacción del cura ni por quien intente sugestionarlas para su provecho”. Y añade: “La República, que nos concedió ese derecho, merece nuestro agradecimiento, y, por lo tanto, es nuestro deber votar en favor del nuevo régimen”.

Y exhorta a las mujeres españolas: “Por ser la primera vez que vais a ejercer el derecho que nos concedió la República, hacedlo demostrando que no sois ingratas, pues al votar en contra de ella podría, dolorida, repudiarnos y despojarnos del privilegio que nos concedió”.

 

La mujer “ha salido del hogar, donde tiene su campo y su trono”

Finalmente, llega el día y, después de la jornada electoral, así la resume Debate: “Esos porcentajes elevadísimos de electores que han acudido a las urnas nos muestran que la mujer ha salido del hogar, donde tiene su campo y su trono, para cumplir deberes públicos en defensa de ese hogar mismo”. Pide no olvidar “esta lección de las mujeres de los pueblos españoles” y robla que las mujeres han ejercido su derecho a voto “como una prolongación indispensable, impuesta por los tiempos, de su obra de todos los días en los hogares recónditos, al cuidado del esposo y de los hijos”.

En una línea parecida, La Voz apunta que la mujer “numéricamente, es en los censos electorales elemento predominante” y destaca que “en esta su primera intervención ha dado un sorprendente mentís a lo que de ella temían o esperaban actitudes hostiles al régimen”.

Sin embargo, en otro sentido, La Tierra manifiesta que “ni por el porcentaje de votantes ni por los resultados de índole política que reflejan los escrutinios, parece deducirse una influencia, no ya decisiva, sino ni siquiera eficaz, derivada del voto femenino”. “Nuestra impresión, fundada en el análisis de las referencias informativas que nos llegan, es la de que la mujer ejercitó su derecho de una manera medrosa y carente de entusiasmo. En muchos pueblos se abstuvieron casi totalmente, y en otros, principalmente en aquellos donde las fuerzas reaccionarias aún conservan algún ascendiente, votaron más bien como cumplimiento de un deber de conciencia que como ejercicio de una prerrogativa ciudadana”, argumenta el rotativo.

Concluye que cabe esperar que, “empleado más a fondo y con mayor amplitud, la incorporación de la mujer a la política adquiera en lo sucesivo más eficacia” y quiere subrayar “con gran satisfacción” que el voto femenino “ni depende en su inmensa mayoría del confesor ni se siente coaccionado por escrúpulos de mojigatería”, ya que a la mujer ha correspondido, seguramente, “una gran parte de los votos que en muchos pueblos obtuvieron lee concejales de izquierda”.

Mucho más crítico es El Diluvio, que sostiene que “en evitación de un mal mayor” es necesario apresurarse “a anular el voto femenino”. Lo argumenta de la siguiente manera: “La mujer española, por lo general, sierva del clericalismo, no merece todavía el derecho de sufragio. En Francia, nación donde el nivel cultural de las mujeres es mucho más elevado que en España, no se ha creído aun del caso implantar el voto femenino. Los que en las Cortes Constituyentes otorgaron, mediante una votación exigua, ese derecho a nuestras mujeres cometieron un acto de verdadera locura, pues pusieron en manos de inconscientes un arma terrible contra la República”.

 

“La candidatura, dos lechugas y un niño pequeño”

Volvemos a las páginas de Estampa que publican la crónica de Josefina Carabias y Luis González de Linares que recuperábamos al principio. El texto explica, de inicio, que “por cada tres hombres hay seis mujeres en la cola”. A las ocho de la mañana, las electoras son, “en su mayoría, mujeres pobremente vestidas”, aunque no falta “alguna señora que viene de la misa primera con su velo y su devocionario, y que se coloca en la cola a esperar tranquilamente que le llegue el turno”.

Carabias y de Linares destacan que todas las mujeres traen “desde casa su candidatura muy dobladita”, listas para votar, y reseñan que una de ellas lleva “en la mano, además de la candidatura, dos lechugas y un niño pequeño”. Además, para los periodistas, la papeleta de votación puede “servir incidentalmente para que la electora entretenga al nene que se impacienta”.

Una de las que ha estrenado el votó está contenta de votar: “Está bien que las mujeres digamos si los concejales nos gustan o no… A ver si es que nosotros no somos tan de Dios como son ellos…”. “¿Han venido muchas mujeres?”, le preguntan desde el periódico. “Muchas. Desde mi casa he estao viendo la cola toda la mañana. Yo no he podido venir antes porque tenía a mi marido costipao”.

La crónica también recoge el testigo de las palabras de “un mozo muy endomingado”, que cuenta que alquilaron un camión y ofrecieron a todas las chicas que servían en Madrid el viaje al pueblo. La crónica prosigue: “A las doce y cuarto asoma el camión por la primera revuelta de la carretera. Se detiene en la plaza del pueblo, a pocos metros del colegio electoral, y una avalancha de novios, parientes, amigas lo oculta instantáneamente”. Y refleja el siguiente diálogo:

 

– ¡A votar! ¡A votar! – les gritan.

 

– ¡Bueno, chicas!… Primero votad, que tiempo tendréis de hablar con los  mozos…”

Las ediciones de Debate del 25 de abril y del 26 de abril recogen el entusiasmo con el que han votado las mujeres en diferentes puntos de la geografía española. En Roa (Burgos), las mujeres han demostrado “gran entusiasmo y valentía”; en Ciudad Real, la mujer ha tomado parte “activísima en las elecciones”; en Daimiel, han acudido “a votar las monjas, acompañadas de elementos de derechas”, y en Zaragoza, ha destacado “el alto ejemplo de civismo dado por las mujeres”.

Algunas mujeres en Salamanca, relata la prensa, han llegado “de lejanos puntos” para emitir el sufragio, cosa parecida a lo que ha sucedido en Villamoratiel (León), donde han ido “a votar mujeres que se encontraban a cuatro kilómetros del colegio”. Finalmente, en los cuatro pueblos de Sevilla, la nota característica ha sido “la energía de la mujer a votar, demostrando más valor que los hombres, pues exigían a los interventores y a los presidentes que se respetara su derecho”. El entusiasmo con el que “la mujer acudió a las urnas” también se ha visto en Cáceres, en Castellón y en Valencia.

En el pueblo de Mallén (Zaragoza), “a consecuencia de discrepancias por el resultado de las elecciones, se formó una manifestación de mujeres” (La Vanguardia) y en un pueblo de Ávila, las mujeres se amotinaron “porque no daban inmediatamente el resultado de la elección” (La Humanitat).

 

Fotografías históricas de mujeres votando: unas instantáneas para el recuerdo

Una imagen inédita hasta el momento copa las páginas de la prensa de la época. La Hormiga de oro presenta tres fotos de la participación de las mujeres en aquellas elecciones: dos de colegios electorales de Moncada (Valencia) en los que votan mujeres y una de una señora, Estanislaa de Echave, de la localidad guipuzcoana de Oyarzun, que define como una “entusiasta tradicionalista” que emite su voto “al siglo más un año de edad”, es decir, con 101 años. Esta centenaria también aparece en El Sol.

Por su parte, bajo el titular “Cada hombre, un voto…, y cada mujer, ¡un voto!” (una frase pronunciada por una anciana retratada en una de las fotos), Ahora publica nueve instantáneas de la jornada electoral con las mujeres como protagonistas. Están firmadas por Espiga, Carte, Erik y Contreras y Vilaseca.

Los pies de foto son ilustrativos de cómo se desarrolló la jornada. “En esta primera ocasión en que se le ha concedido la facultad de elegir, las mujeres de Hernani, y muy principalmente las «casheras», no han dejado pasar la oportunidad”, señala uno de ellos. El rotativo también muestra “el voto femenino en espera de ejercer su fuerza” y el “momento en que un voto femenino va a penetrar en el sagrado de la urna”.

Otro pie de foto describe la alta participación femenina: “Uno de los lugares de España en que la mujer ha hecho más nutridamente uso de la facultad de votar ha sido Vizcaya. En todos los pueblos, sin excepción, el motivo político y social ha conmovido tan hondamente el espíritu femenino, que las nuevas electoras no han dudado en formar en la «cola» varias horas, hasta que les llegase su turno. En el cumplimiento de esta función electoral han coincidido fervorosamente votantes femeninos de todas las categorías sociales”.

 

Comicios en los que ha tomado «una parte muy activa el elemento femenino»

En la misma línea, Mundo Gráfico lleva a portada, a toda página, la foto de una mujer votando en Moncada. En páginas interiores, en una doble página, añade siete fotos más de colas en los colegios y mujeres en frente de las urnas. El periódico destaca que en los comicios han tomado “parte muy activa el elemento femenino” y presenta “un fila de votantes, entre los que predominan las mujeres” y “un grupo de entusiastas electoras”.

Crónica quiere dar idea del “entusiasmo” con el que las mujeres han ejercido “por primera vez en España el derecho del sufragio” con una “fotografía de una fila de votantes aguardando turno ante el colegio electoral de Hernani”.

La Vanguardia publica dos instantáneas de Sigüenza y de Contreras y Vilaseca que muestran “mujeres emitiendo el voto en un colegio de Moncada (Valencia) y en otro de un pueblo de la provincia de Madrid”. Contreras y Vilaseca también ilustra la portada de Luz, en este caso con una “foto de una cola de mujeres”. La foto de Singüeza aparece sin recortar en el Nuevo Mundo. Por su parte, El Heraldo de Madrid lleva una foto en la portada de un “grupo de hombres y mujeres formando fila para votar en Berango (Vizcaya)”, tomada por Espiga.

Finalmente, La Nación presenta dos fotos de Pio; una de un ​​“grupo de electores haciendo cola para votar en un pueblo de la provincia de Toledo”, entre las que se ven distintas mujeres, y otra de “las mujeres votando en el pueblo de Ajofrín” (Toledo). Y La Voz publica dos imágenes firmadas por F. Pando que muestran una vecina “del pueblo de Hortaleza (Madrid) emitiendo sufragio” y una votante “con un cántaro en la cadera”.

 

El numeroso y “entusiasmado” voto de las mujeres

Sobre la participación de las mujeres, Ahora cuenta que en Sanlúcar de Guadiana (Huelva) “el 1,50 por 100 de los votantes lo componían el elemento femenino”. Sin embargo, en Argamasilla de Alba, han votado “más mujeres que hombres” (La Voz y El Sol) y en Ciudad Real, “las mujeres salieron a votar en su mayoría” (La Tierra y La Nación) y “en gran cantidad” (La Vanguardia), e incluso “votaron más mujeres que hombres” (El Heraldo de Madrid). El mismo periódico cuenta que en Salamanca, “como dato curioso, se registra que han votado numerosas mujeres”.

En Orgaz, no han votado el 90% de los hombres, pero las mujeres han acudido “a las urnas con gran entusiasmo”, según reseñan Luz y El Sol. Debate añade que en esa localidad, “las mujeres derechistas” han actuado “de una manera valiente y con gran eficacia”.

Después de la jornada electoral, el ministro de Gobernación, Santiago Casares Quiroga, sentencia que “las mujeres han votado bastante” (La Voz y El Sol) y “con entusiasmo” (La Nación).

 

Algunos incidentes en las votaciones en los colegios

Los periódicos de la época también se hacen eco de algunos incidentes más allá de la normalidad en diferentes localidades de España. En Ujué (Navarra), Ahora, El Diluvio y La Veu de Catalunya apuntan que “los socialistas intentaron impedir que votasen las mujeres”, mientras que El Siglo Futuro y La Nación señalan que quien ha querido impedir el voto han sido “los afiliados a la Unión General de Trabajadores”, que se colocaron “a la puerta de los colegios con este fin”. Las cinco rotativas coinciden en que la Guardia Civil ha permitido que las mujeres pudieran votar.

Más allá de este incidente, el Ahora también reseña que en Albalate del Arzobispo (Teruel) “las mujeres han roto las urnas”. Algo parecido a lo que ha sucedido en Yuncos (Toledo), donde, según cuenta La Nación, “una hora antes de la señalada para el escrutinio, los socialistas, convencidos de la derrota de su candidatura, coaccionaron a sus mujeres, que se presentaron en el colegio, logrando romper las urnas”. El Diluvio y La Veu de Catalunya hablan del mismo episodio, citando como fuente el gobernador de Toledo. La Vanguardia añade que “según noticias particulares”, las mujeres que han roto las urnas “se dice” que están “emparentadas con los directivos de las organizaciones obreras”.

En Villaflor (Ávila), “las mujeres produjeron una alteración de orden, que fue sofocada rápidamente por la Benemérita”, como cuentan La Voz, El Heraldo de Madrid, El Diluvio, Luz, El Debate y La Nación. Diario Universal añade que las mujeres “organizaron una manifestación, y con este motivo alteraron el orden”. En Hornachos (Badajoz) “las mujeres socialistas insultaban a cuantos creían que eran elementos antimarxistas”, según reseña el Diario Universal.

 

Una histórica jornada de la que se cumplen 90 años

Sea como sea, las mujeres han sido claras protagonistas de este 23 de abril de 1933. Más aún con la mirada de la historia, que mantiene ese día como una fecha señalada en la historia de la democracia en España.

Un domingo de primavera, ahora lejano, en el que la mujer que salía más contenta que unas castañuelas, la que se retrató por primera vez, la que escuchó tres mítines en un día, la que votó con 101 años, la que lo hizo con un cántaro en la cadera o la que llevaba dos lechugas y un niño pequeño junto con la papeleta fueron solo un pequeño retrato de la participación femenina.

Igual que las mujeres que se implicaron ahincadamente en la propaganda, las que traían de casa dobladita su candidatura, las que votaron y luego querían tener tiempo para “hablar con los mozos”, las que demostraron gran entusiasmo y valentía, las que llegaron de lejanos puntos o las que formaron una cola de varias horas. Testigos que gracias a los periódicos de la época han llegado a nuestros días.

Tras aquellas elecciones municipales, celebradas sólo en algunos municipios, las mujeres de toda España podrán votar, por fin, en las elecciones generales del 19 de noviembre de 1933. Pero esta ya es otra historia.

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