La conquista del espacio público que han protagonizado las mujeres en el último siglo requiere, también, su conquista de la gloria deportiva. Con mucho esfuerzo y en una situación desigual con respecto a los hombres, aún hoy no subsanada del todo, se han subido las mujeres al podio. Pioneras fueron la británica Charlotte “Chattie” Cooper, primera campeona olímpica de la historia en París 1900, o las españolas Lilí Álvarez, Pepita Cuevas, Conchita Puig, Ascensión Villagrá, Mari Paz Corominas o Carmen Valero, todas ellas apenas recordadas.
Narrar sus glorias es un trabajo de memoria colectiva necesario. Ese es el objetivo de este texto, contar los éxitos del deporte femenino ciñendo el análisis a las cuatro décadas de vigencia constitucional. Un post que se suma al análisis general sobre el deporte durante estos 40 años.
Del amateurismo a la profesionalización
Si hay una característica que define estos cuarenta años de deporte femenino es la creciente profesionalización de sus participantes. No solo ha aumentado su participación en todos los deportes (las deportistas solían ser tenistas o gimnastas y ahora también son futbolistas o boxeadoras) sino también su relevancia: ganan títulos, aumenta su visibilidad en los medios de comunicación, se acrecienta su prestigio y son admiradas por parte del gran público.
A ello ha contribuido una gran cantidad de factores que los especialistas deberán estudiar. Pero merece la pena destacar el apoyo explícito de los poderes públicos a través de diversas iniciativas:
- La orden PRE/525/2005, de 7 de marzo. Acuerdo del Consejo de Ministros
- La Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres
- La creación del programa Mujer y Deporte, del CSD, creado en 2007.
- Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades 2008-2011
- Manifiesto por la Igualdad y la Participación de la Mujer en el Deporte (2009)
- La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y el protocolo opcional a la convención (CEDAW)
- Carta Europea para la igualdad de mujeres y hombres en la vida local
- La adhesión a la declaración de Brighton de 1994. Se trata del primer documento internacional que puso negro sobre blanco la necesidad de eliminar los desequilibrios que enfrentan las mujeres para participar en el deporte profesional. El Consejo Superior del Deporte firmó esta adhesión en 2012.
El movimiento olímpico español en femenino
Los primeros JJOO de verano en la época constitucional se celebraron en Moscú, 1980. Participaron 156 deportistas, pero la presencia femenina se limitó a 9 mujeres. En los Juegos de Río de Janeiro 2016, la participación española fue de 306 deportistas y casi la mitad fueron mujeres (en concreto, 143). Sirva este dato para ejemplificar cómo ha evolucionado la situación del deporte femenino en estos 40 años de vigencia de la Constitución, que recoge en su articulado la igualdad entre hombres y mujeres.
Moscú
1980 |
Los Ángeles
1984 |
Seúl
1988 |
Barcelona
1992 |
Atlanta
1996 |
9 mujeres (147 hombres) | 16 (164) | 31 (200) | 129 (301) | 95 (197) |
Sídney
2000 |
Atenas
2004 |
Pekín
2008 |
Londres
2012 |
Río de Janeiro
2016 |
105 (218) | 140 (177) | 123 (164) | 114 (168) | 143 (163) |
Pero en el deporte profesional no sólo es necesario participar, también hay que subirse al podio. De eso, las deportistas españolas saben bastante. Pero hubo que esperar hasta Barcelona 1992 para ganar las primeras medallas.
En las tres participaciones olímpicas anteriores hubo también grandes logros que marcaron el camino a seguir para alcanzar la gloria. Un ejemplo de ello tendría lugar en Moscú. El equipo de natación nacional alcanzó la final en el relevo del 4×100 libres, gracias a la actuación de la catalana Natalia Mas (con su participación establecía el récord de España de 100 metros en su relevo).
Otros deportistas que brillaron en esta época anterior a Barcelona fueron Carmen Belén Núñez (que, con Moscú, encadenaba tres participaciones en JJOO), Marta Cantón consiguió lo que fue en ese momento el mejor puesto (sexta) de una gimnasta española en Los Ángeles o el dúo protagonizado por Anna Tarrés y Mónica Antich, quienes representaron a España en la puesta de largo de la natación sincronizada como prueba olímpica también en Los Ángeles.
Y llegó Barcelona. Un antes y un después en el deporte femenino. Es cierto que se había logrado ya éxitos internacionales antes de estas olimpiadas (Arantxa Sánchez Vicario en Roland Garros), pero fue en esta cita olímpica cuando se triunfó por todo lo alto: cuatro oros, tres platas, un bronce y doce diplomas olímpicos. Miriam Blasco fue la primera española en conseguir una presea de oro olímpica y tras ella llegaron los metales de Almudena Múñoz, Theresa Zabell, Patricia Guerra, de las integrantes del equipo de hockey hierba, Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martínez, Carolina Pascual y Natalia Via-Dufresne.
Quizá lo más importante de Barcelona es que la apuesta por la profesionalización se mantuvo. Con el plan ADO ya asentado, se siguió el camino iniciado en la ciudad condal para que los logros allí alcanzados no fueran una excepción, sino la tónica habitual. Así se demostró en Atlanta, con 6 metales y en Sídney, con 4. En Atenas volvieron a ser 6 medallas. En Pekín, la participación no fue nada buena (4 metales y, por segunda vez consecutiva, ningún oro). Pero en Londres el éxito fue mayúsculo: 11 medallas. Por primera vez, las deportistas españolas conseguían más medallas que sus compañeros varones (6 metales). Por último, en Río de Janeiro se consiguieron 9 preseas (de las cuales, 4 fueron de oro), una medalla más que los deportistas masculinos.
En los JJOO de invierno hay un nombre que destaca: Blanca Fernández Ochoa. Sesenta y ocho años después del debut olímpico del deporte femenino español, una mujer era capaz de subir al podio y conseguir la primera medalla olímpica en 1992. Lo lograba en su cuarta tentativa y tras dos diplomas olímpicos.
Campeonatos del mundo, europeos y otras tantas conquistas
Siendo los JJOO la mayor competición deportiva internacional, no es la única. Los diversos mundiales y europeos son pruebas donde también han brillado las deportistas españolas en estos 40 años. Este camino lo inauguró una joven Arantxa Sánchez Vicario que en 1989 se convertía en la primera española en ganar en la tierra batida de París.
A continuación llegaron mujeres que han triunfado en sus respectivos deportes de una manera difícilmente igualable, a pesar de tener muchos condicionantes en contra, como: Conchita Martínez, Edurne Pasaban, Joane Somarriba, Amaya Valdemoro, Patricia Guerra, Begoña Vía-Dufresne, Miriam Blasco, Isabel Fernández, Támara Echegoyen, Marina Alabau, Sofía Toro, Mireia Belmonte, Carolina Marín, Lidia Valentín, Sandra Sánchez…
Cabe destacar también el deporte en equipo, en el que somos una de las grandes potencias del baloncesto femenino, siendo la selección vigente campeona de Europa y subcampeona olímpica. Y en 2018, el deporte femenino ha seguido haciendo historia, ya que la selección de fútbol sub-17 consiguió el doblete, al ganar el primer campeonato del mundo del fútbol femenino español, en el Mundial de Uruguay, y el campeonato Europeo celebrado en Lituania.
Son estos grandes logros del deporte en femenino, pero aún queda mucho por hacer. Según los datos facilitados por el Consejo Superior de Deportes en 2017, tan solo el 21,5 % de las licencias federativas son de las mujeres y suponen, apenas, un 35,4 % del total de deportistas de alto nivel. Se han roto muchas barreras (más medallas conseguidas por mujeres que por hombres en las últimas dos olimpiadas) y se han ganado títulos de reconocido prestigio, pero la igualdad en el deporte sigue siendo una meta.