Veinte días de junio: del ‘ecuador’ al Dictamen de la Constitución

Jun 14, 2018 | EL CAMINO CONSTITUCIONAL

Cafetería del Congreso de los Diputados, siete y media de la tarde. Emilio Attard, presidente de la Comisión Constitucional, rodeado del resto de diputados y de algunos periodistas, celebra el “paso de ecuador”. Ya se han debatido más de la mitad de los artículos de la futura Constitución y el presidente propone, antes de llegar al artículo 85, hacer una pausa en los trabajos y compartir unos momentos distendidos entre quienes han compartido horas intensas.

21 de junio de 1978. Emilio Attard levanta una copa de champán en la misma cafetería. Está satisfecho y feliz. Después de una eterna jornada de trabajo, los diputados miembros de la Comisión Constitucional se felicitan unos a otros. El dictamen del proyecto constitucional ya es una realidad. El siguiente paso será su debate en el Pleno de la Cámara. Después, la ratificación por parte de todos los españoles en referéndum.

Entre ambos momentos apenas pasan veinte días. Unas semanas en las, a pesar de las apariencias, se cimenta el futuro texto constitucional gracias al consenso de las distintas fuerzas políticas. En esos días se acuerda la mitad de la futura Constitución con “luz y taquígrafos” o sin ellos. Y es que, gran parte de los trabajos necesarios para llegar a este punto se llevaron a cabo fuera de las paredes del Congreso, sin que ello le restase importancia. Así lo reivindicó el propio Attard a los periodistas: “prefiero la noche del José Luís”.

La primera celebración es, según la prensa de la época y pese a la negación de su protagonista, un golpe de efecto para retrasar convenientemente el debate del conflictivo artículo 86 hasta la siguiente semana. Aquel 2 de junio la Comisión había aprobado 19 artículos, desde el 65 al 84. Entre ellos, el 80 relativo a la iniciativa legislativa; el 65 sobre inelegibilidad e incompatibilidad de diputados y senadores; el 70 sobre la creación de Comisión de investigación; el 74 que regula las leyes orgánicas o el 75, uno de los más debatidos, sobre la delegación de las Cortes al Gobierno para que dicte leyes en materias determinadas. Sin embargo, artículos delicados como los relativos a las elecciones se habían aplazado convenientemente, y los siguientes a tratar presentaban dificultades.

El ritmo de aprobación no siempre había sido tan rápido. De hecho, el inicio de los trabajos de la Comisión fue especialmente lento: hasta el día 11 no se logró aprobar el primer artículo, y para llegar al décimo habría que esperar diez días más. Para superar esta situación de casi parálisis fue necesario acudir a soluciones alternativas. A partir de reuniones extraparlamentarias entre representantes de unos y otros grupos, las posiciones se fueron acercando y, a base de diálogos y negociaciones eternas, consensuando posiciones comunes.

De ahí surgió el acuerdo cimentado el 22 de mayo entre UCD, PSOE, PCE y la minoría catalana que permitió aprobar una veintena de artículos en la misma sesión. El consenso se hacía visible y permitía que los trabajos de la Comisión avanzasen de manera fluida, superando el estancamiento inicial. A su vez, los pactos y su demostración en la votación de enmiendas provocaron la salida de Alianza Popular a modo de protesta. Un abandono que rectificaría días después.

El 29 de mayo se reunieron en el hotel Palace tres ponentes de UCD, dos del PSOE: Peces-Barba y Alfonso Guerra; Miquel Roca por la Minoría Catalana; Jordi Solé Tura y Emerit Bono, por el grupo comunista, Martín Toval de los Socialistas de Cataluña y, por el PNV, Marcos Vizcaya y Pedro Sodupe. Tras este encuentro aprobaron más de diez artículos en una misma sesión: los comprendidos entre el 51 al 62.

Días antes había sido el propio Rey Juan Carlos quien había favorecido el clima de diálogo con una citación en el Palacio de la Zarzuela a la que acudieron Felipe González, Manuel Fraga y Santiago Carrillo, además de Arias Salgado. Hasta el momento, gran parte de los acuerdos “extra” eran negociaciones bilaterales entre representantes de los dos grupos mayoritarios en el Congreso: UCD y PSOE. Ahora, son más los partidos que se sientan a la mesa para negociar los puntos conflictivos de cada artículo del proyecto.

El consenso es, como recogían los cronistas de la época, el término más repetido por entonces. Un consenso que no se gestó sólo entre las paredes del Congreso. Como escribió Luis Carandell en Diario16, muchas enmiendas estaban “consensuadas con nocturnidad”. Fue en las cenas en restaurantes y reuniones en despachos entre miembros de UCD, PSOE, PCE y las minorías vasca y catalana donde se fraguaron acuerdos gracias a cesiones de unos y otros.

Portada de ABC del 21 de junio de 1978

Pese a la inestimable labor que hacían estas reuniones “extra” y los acuerdos alcanzados, las dificultades no desaparecieron por completo. Los comisionados, antes de aprobar la batería de artículos con los que sobrepasaron el “ecuador” que marcaba el número 84, dejaron pendiente el debate del 63 y 64, tras la petición del diputado Martín Toval, de los Socialistas de Cataluña, a la que se sumó Manuel Fraga. El sistema electoral se presentaba como uno de los puntos más polémicos del articulado, y pese a los intentos de los negociadores de cada grupo, las distancias, esta vez sí, parecían difíciles de superar. Para no entorpecer el resto del debate y continuar con los pactos ya acordados, la solución más factible fue dejar su debate para el final.

Apenas una semana después de alcanzar el “ecuador”, se superaba la barrera del centenar de artículos aprobados. En una sesión que comenzó a las once de la mañana, los comisionados votaron los artículos comprendidos entre el 85 y el 106. El primero, el polémico artículo 85, salió adelante con el consenso de todas las fuerzas parlamentarias, a excepción de Alianza Popular, y tras la incorporación de una enmienda presentada por Solé Tura. Con su aprobación, el referéndum quedaba incluido en la Constitución como instrumento de carácter consultivo para decisiones políticas de especial trascendencia.

El clima de acuerdo y consenso se extendió a la última parte de los trabajos de la Comisión. En la sesión del jueves siguiente se aprobaron de una tacada 13 artículos más, entre ellos, algunos tan importantes como el que regulaba los estados alarma, excepción y sitio, así como el título correspondiente al Poder Judicial. El Título VIII se presentaba, en el horizonte de los comisionados, como uno de los últimos grandes asuntos a tratar. Finalmente fue rechazada una enmienda que proponía la inclusión del derecho de autodeterminación con el único voto a favor de PNV y la ausencia de minoría catalana, por lo que el texto salió adelante sin excesivos problemas. El camino hacia la aprobación final era cada vez más corto.

Finalmente, el 21 de junio concluían los trabajos de la Comisión Constitucional en el Congreso. Después de veinticuatro sesiones y más de mil cuatrocientas intervenciones orales, los integrantes de la comisión debatieron y aprobaron los últimos artículos del texto: las disposiciones adicionales y transitorias. También los artículos 63 y 64, aplazados a principios de mes confiando en que el resto del debate y los posibles acuerdos entre grupos facilitasen su admisión.

Portada de La Vanguardia del 21 de junio de 1978

El debate concluyó a las nueve y treinta y cinco de la noche. Antes de que todos los diputados saliesen satisfechos por la puerta de la sala situada en la segunda planta del edificio de la Carrera de San Jerónimo, habían aprobado los artículos relativos al último título del texto, el décimo. El 161, que regula el procedimiento de reforma constitucional, salió adelante con una enmienda propuesta por el grupo comunista en la que impedía que se activase este proceso en tiempo de guerra o vigencia de estados de alarma o excepción. Xabier Arzalluz, en la sesión de tarde, fue el encargado de inaugurar el debate sobre los derechos históricos forales del pueblo vasco. Asunto que se solventó con la aprobación de una enmienda presentada por UCD y suscrita por todos los grupos de la Cámara a excepción de los vascos.

La actuación de Fernando Abril y Alfonso Guerra había sido, una vez más, decisiva para superar el último gran escollo: los artículos 63 y 64 aplazados antes de “cruzar el ecuador”. Tras una reunión el 5 de junio, el PSOE accedió a reducir la horquilla entre el número mínimo y el máximo de diputados (de 300 a 400 en lugar de 350 a 400) y el de senadores por provincia (cuatro en vez de tres). UCD, a cambio, había aceptado la constitucionalización de la proporcionalidad entre número de habitantes y escaños y a la provincia como distrito electoral.

Lo acordado por los representantes de UCD y PSOE se formalizó en esta última votación de la Comisión. Los socialistas presentaron una enmienda “in voce” en la que se proponía el número de diputados y senadores ya pactado, la provincia como circunscripción y la elección por criterios de representación proporcional que sería aprobada. Con respecto al 64, la Comisión rechazó que el Senado fuese considerado cámara de las autonomías, tras una enmienda presentada por UCD.

Tras rechazar una moción presentada por López Rodó sobre el cambio de denominación del Título Sexto, el trabajo de la Comisión Constitucional quedaba finalizado. Emilio Attard, desde la tribuna, pide la palabra y dice: “la presidencia siente un profundo dolor al dar por concluso el debate constitucional”. Una ovación sigue a la última intervención del veterano presidente que en la que había agradecido la labor de todos los que ayudaron a conformar una Constitución “para un pueblo que aspira a ser libre” y en la que aprovechó para reivindicar “ese vilipendiado término”: el consenso. Sin pronunciar el tradicional “se levanta la sesión”, Attard concluye la sesión. El último paso para una Constitución que se dirige al Pleno del Congreso.

 

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