En 1977 el cambio que estaba viviendo España llegó a un momento efervescente con las elecciones del 15J y las expectativas que traían con ellas. Lo político lo impregnaba todo y, cómo no, también la música popular, muy receptiva a los sonidos de moda. La fiesta se trasladó de la intimidad del guateque a las discotecas para sucumbir a la fiebre del sábado noche.

Hubo una convivencia de estilos inaudita y en la televisión o en la radio lo mismo nos concienciaban los cantautores con la intensidad y el compromiso de su mensaje, que veíamos suspirar a las adolescentes con nuevos ídolos para los que se editaban revistas y se abrían clubes de fans. No se quedaron al margen los géneros patrios. Con más o menos acierto y para asombro de puristas, lo más cañí produjo fenómenos tan originales y únicos como Las Grecas, el gipsy rock, el sonido caño roto o el magnífico rock andaluz.

En 1977 el rock nos regaló Hotel California y We will rock you. Murió Elvis… o mejor no. Yendo por otros derroteros, se había pasado tanto de progresivo que transitaba ahora por locuras tan básicas y geniales como el glam o el punk, inspiración de muchos jóvenes – muy jóvenes – ávidos por romper esquemas, casi listos para saltar a la arena y que irrumpieron en todos los míticos grupos de los años siguientes.

Para los románticos arrasaban los guaperas italianos de voces rotas y letras abrasadoras, aunque aquí no nos quedamos atrás: Julio, Perales, Camilo… Enséñame a cantar quedó séptima en Eurovisión.

En 1977 no se llamaban temas, se llamaban canciones. Hemos escogido cuarenta para incluirlas en una lista, más bien en una cata. Estas canciones ambientaron el ocio de nuestros padres, decidieron la vocación de muchos y consolidaron el compromiso de una generación en un momento único.

No se nos olvidaba. Empezamos con Libertad sin ira.